Κυριακή 5 Νοεμβρίου 2017

Él, de Elsa Liaropoulou

Lo miraba extasiada.
Él acababa de bailar un zeibékiko de una manera exacta, estudiada e incomparable.
       Uno y escogido, tal y como se apresuró a subrayárselo jadeando, con un aire grave, el segundo se considera parloteo y exageración.
          Lo miraba con gratitud y adoración. Antes de subir a la limitada y estrecha pista, la había bombardeado con teorías sobre la futilidad y la ineficacia de los estudios y sobre el valor del pensamiento libre e independiente, lejos de academicismos  y de procesos de razonamiento manidos. La experiencia que ella tenía de la Facultad de Letras de  la Universidad de Atenas, aunque de refilón, favorecía su infiltración entusiasta e incondicional en la sociedad de la indisciplina que ella misma, con las pocas fuerzas espirituales que tenía, consideraba, además de tradición nacional, una resistencia contra el sistema económico y cultural establecido.
Ella a él lo entendía completamente, se sentía ofendido, malinterpretado, y  más aún injustamente tratado, cómo era posible que la traducción que había hecho del importante escritor ruso hubiera tropezado en el desconocimiento de la lengua, cómo era posible que hubiera provocado tantas reacciones, «traduzco porque siento el texto, soy el escritor potencial, podía incluso haberlo escrito yo, si no se me hubiera adelantado», le había dicho, «qué importancia tiene que no sepa la lengua… todo lo que puedo sentir es mío…»
      A ella se le erizó la piel, lástima que las lágrimas y el pesar no puedan verse en la traducción, pensó, lástima que la imagen, el momento, no acompañen a la palabra, la dejan indefensa ante el raciocinio, ante el juicio del lector, a quien  «odio tanto como necesito», declaró él, contrito, terminándose la segunda botella de vino tinto de Borgoña.
      Lo comprendía... qué otra cosa podía ofrecer él más allá de sus sentimientos, sus sinceros sentimientos, ella tenía necesidad de ellos y ni siquiera pensaba, en la tercera botella de vino, en lo poco fiable que era él, que ya estaba bailando el tercer zeibékiko consecutivo.



Fuente: Planodion Bonsai, 9 de abril de 2016

Elsa Liaropulu. Filóloga. Ha publicado las colecciones de cuentos  Las Otras (Nefeli, 1994),  Menos Uno (Indiktos, 1998) y la novela La Asociación (Indiktos, 2001).

 
Traducido del griego al español por Flor Nochebuena S.
Revisión: Konstantinos Paleologos,
equipo Abanico


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