Κυριακή 19 Ιουλίου 2015

La situación y el papel de las mujeres en América Latina durante el siglo XIX, por Alexandra Golfinopoulou

Antes de intentar describir la situación y el papel de las mujeres en América Latina durante el siglo XIX, cabe aclarar que las sociedades latinoamericanas de aquella época presentaban una estructura piramidal, estando jerárquicamente organizadas en estamentos; es decir que había diferencias en el nivel de vida entre blancas, criollas, mestizas, mulatas, negras e indígenas. Sin embargo, y aparte de las diferencias de casta, la situación de las mujeres reflejaba el pensamiento occidental y cristiano impuesto en Hispanoamérica, según el cual el papel social de la mujer quedaba limitado al ámbito familiar –su responsabilidad era la atención del hogar, la crianza de los hijos y la fidelidad matrimonial– circunstancia que no cambió mucho hasta finales del siglo XIX[1]. No hay que olvidar que la sociedad de aquella época era machista, es decir, los hombres ponían las reglas y las mujeres no podían sino aceptarlas – no había manera de escape. Asimismo, puesto que la historia de aquella época ha sido escrita por hombres, no hubo referencia a ninguna mujer que destacara en la lucha por la Independencia[2]; las narrativas fundadoras nacionalistas de los países hispanoamericanos tuvieron como protagonistas centrales a los hombres, soldados y ciudadanos, “mientras que a las mujeres se les reservó el papel de madres patriotas”[3].
          Sin embargo, el autor mexicano José Joaquín Fernández de Lizardi (1776-1827), escribiendo en medio de la lucha por la Independencia, hace referencia a la participación de cinco mujeres –María Josefa Huerta Escalante, Leona Vicario, Mariana Rodríguez de Lazarín, María Fermina Rivera y Manuela Herrera– en dicha lucha, en su obra Calendario para el año de 1825 dedicado a las señoritas, especialmente a las patriotas por el Pensador Mexicano. Lizardi señala que en el sexo femenino “se halla / lo sabio, lo discreto / lo valiente, lo heroico, / lo sagaz y halagüeño”[4].
          A pesar de que el siglo XIX en América Latina se ha caracterizado con frecuencia como una época de avances y emancipación para las mujeres, la verdad es que en los Códigos Civiles de la época las mujeres perdieron muchos de los privilegios que la legislación colonial les brindaba. La libertad y la igualdad proclamadas en las Constituciones nacionales solo beneficiaban a las élites blancas y masculinas[5]. La estratificación social y la posición socioeconómica de las mujeres determinaban su papel: trabajadoras, esclavas, prostitutas, vendedoras callejeras, sirvientas, costureras, obreras tabacaleras o curanderas, entre otros. Por otra parte, el matrimonio, a pesar de la protección económica que ofrecía a las mujeres, al mismo tiempo reducía su derecho a la autodeterminación, ya que las mujeres casadas no podían deambular por las calles sin la compañía de su marido[6].
Ahora bien, es indudable que uno de los temas críticos relacionados con la situación de la mujer fue su acceso limitado a la educación; las mujeres tenían derecho a una instrucción primaria muy elemental – solo aprendían a coser, leer y contar. No obstante, hay que subrayar que el siglo XIX abre perspectivas nuevas para las mujeres, sobre todo en el terreno de la educación; se considera necesario educar a las mujeres, para que ellas puedan desempeñar su papel de madre responsable, esposa ahorrativa y compañera útil para el hombre, en beneficio de la familia y la sociedad[7]. Por lo tanto, el currículo de las escuelas primarias incluía el estudio de las llamadas asignaturas “propias de la mujer”, que consistían en el aprendizaje de bordados, costuras, tejido de sombreros, planchado de ropa y en algunos colegios de la élite se ofrecían además clases de adorno, como piano, pintura y dibujo[8]. Así y todo, el acceso de las mujeres a los estudios universitarios –al igual que el derecho a voto– les estuvo vedado hasta bien entrado el siglo XX. Aun así, hubo mujeres que exigieron una educación intelectual que fuera más allá de las cuestiones del hogar. Cabe mencionar que en 1832 se inauguró en Bogotá el Colegio de la Merced, “considerado el primer centro oficial de cultura superior para la mujer en América”[9].
Hay que hacer notar que el retraso cultural en el que se hallaba la mujer latinoamericana decimonónica se refleja en las obras de unas escritoras significantes de la época, como fue el caso de la cubana Gertrudis Gómez de Avellaneda (1814-1873), quien afirmaba que la mujer de su época seguía injustamente “proscrita del templo de los conocimientos profundos”, mientras que en América había “multitud de nombres de distinguidas hembras” que sostenían el movimiento intelectual[10]. Gómez de Avellaneda fue educada por tutores, “se rebeló contra los prejuicios y las convenciones sociales de su época”, fue la primera en publicar una novela antiesclavista (Sab, 1841) y la primera en crear una novela “indianista” de mérito literario (Guatimozín, último emperador de México, 1846)[11]; además, fue poetisa y dramaturga. Una educación igualitaria para el hombre y la mujer la exigía también la española Concepción Arenal (1820-1893), fundadora del feminismo, al igual que la peruana Clorinda Matto de Turner (1852-1909), quien luchó por mejorar la situación de la mujer, sosteniendo que la mujer debía instruirse para ser mejor esposa y madre y para serle útil a la sociedad. Matto de Turner “usó la pluma, dentro de las limitaciones impuestas por la época, para proponer un cambio en el destino de dos de sus sectores [de la realidad nacional] más marginados: el indígena y la mujer”[12]. En la “hoja suelta” Para ellas, contenida en su primer libro[13], la autora incita a las mujeres a educarse: “Mujeres, ilustraos, aspirad a la gloria”.
Asimismo, hay que hacer referencia (a pesar de que la obra de las mujeres mencionadas a continuación se extiende en el siglo XX) a la poetisa uruguaya Delmira Agustini (1886-1914), una niña precoz, alumna de Horacio Quiroga, que expresa en sus versos la sensualidad y el erotismo femenino, la argentina Alfonsina Storni (1892-1938) –en cuya poesía alternan el erotismo y la animosidad hacia el otro sexo–, la chilena Gabriela Mistral (1889-1957), premio Nobel de Literatura en 1945 y gran representante de su país en el extranjero, al igual que a Ibarbourou y María Eugenia Vaz Ferreira[14]. Aparte del papel de dichas mujeres, las revistas femeninas (La Argentina, 1830, El semanario de las señoritas mexicanas, 1836) que se pusieron en circulación en el período objeto de estudio desempeñaron un papel importante en la toma de conciencia de las mujeres[15]. Para resumir, hay que hacer notar que la evolución de la situación de las mujeres en América Latina durante el siglo XIX es innegable, pero siempre hay que tener como punto de referencia las condiciones y la mentalidad de la época. De todas formas, los logros y las reformas sociales siempre se consiguen a través de luchas y necesitan tiempo y, aún más, cuando se trata de cambiar la mentalidad paternalista, una tendencia tan bien arraigada en la sociedad durante siglos.

BIBLIOGRAFÍA

Cano, Gabriela y Barrancos, Dora, “Introducción” en Morant, Isabel (dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina, Vol. III, Del siglo XIX a los umbrales del XX, parte VII, Cátedra, Madrid, 2006.

Crida, Carlos, “La cultura hispanoamericana en el siglo XIX”, en Carlos Crida, Roberto Rodríguez, Arturo Vargas, Πολιτισμός της Λατινικής Αμερικής. Εγχειρίδιο Μελέτης, Patras, EAP, 2002, pp. 115-146.

Chang-Rodríguez, Raquel y Filer, Malva E., Voces de Hispanoamérica. Antología Literaria, Boston, Cengage Learning, Heinle, 2013.

Foz y Foz, Pilar, “Educación de la mujer”, en Barba, Enrique Mariano y otros, Iberoamérica, una comunidad, tomo 2, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1989, pp. 659-664.

Galeana, Patricia, “La lucha de las mujeres latinoamericanas, democracia y derechos humanos”, en Latinoamérica 38, México 2004/1, pp. 207-216, http://www.cialc.unam.mx/web_latino_final/ archivo_pdf/Lat38-207.pdf.

Galván Gaytán, Columba Camelia, “José Joaquín Fernández de Lizardi y la educación de las mujeres: notas sobre las heroínas mexicanas”, en Asociación Internacional de Hispanistas, Actas XII, 1995, pp. 204-208, en http://cvc.cervantes.es/literatura/ aih/pdf/12/aih_ 12_6_030 .pdf.

González, Nelly Estela, “El siglo XIX. Una aproximación a la imagen de la mujer hispanoamericana. El caso de la mujer correntina”, en http://www.fazendogenero.ufsc.br/7/artigos/N/Nelly_Estela_Gonzalez_46.pdf.





[1] González, N. E., “El siglo XIX. Una aproximación a la imagen de la mujer hispanoamericana. El caso de la mujer correntina”, en http://www.fazendogenero .ufsc.br/7/artigos/N/Nelly_Estela_Gonzalez_46.pdf.
[2] Crida, C., “La cultura hispanoamericana en el siglo XIX”, en C. Crida, R. Rodríguez, A. Vargas, Πολιτισμός της Λατινικής Αμερικής. Εγχειρίδιο Μελέτης, Patras, EAP, 2002, p. 140.
[3] Cano, G. y Barrancos, D., “Introducción” en Morant, Isabel (dir.), Historia de las mujeres en España y América Latina, Vol. III, Del siglo XIX a los umbrales del XX, parte VII, Cátedra, Madrid, 2006, p. 548.
[4] Galván G., Columba C., “José Joaquín Fernández de Lizardi y la educación de las mujeres: notas sobre las heroínas mexicanas”, en Asociación Internacional de Hispanistas, Actas XII, 1995, pp. 204-208, en http://cvc.cervantes.es/literatura/ aih/pdf/12/aih_12_6_030.pdf.
[5] Cano, G. y Barrancos, D., op. cit., pp. 548-549.
[6] Ibídem, pp. 550-552.
[7] Galván Gaytán, C. C., op. cit.
[9] Foz y Foz, Pilar, “Educación de la mujer”, en Barba, E. M. y otros, Iberoamérica, una comunidad, tomo 2, Ediciones de Cultura Hispánica, Madrid, 1989, p. 664.
[10] Ibídem, p. 659.
[11] Chang-Rodríguez R., Filer M., Voces de Hispanoamérica. Antología Literaria, Boston, Cengage Learning Heinle, 2013, p. 161.
[12] Ibídem, pp. 194-196.
[13] Tradiciones cuzqueñas, leyendas, biografías y hojas sueltas (Arequipa, 1884), en Chang-Rodríguez R., Filer M., Voces de Hispanoamérica. Antología Literaria, Heinle, 2013, pp. 194-97.
[14] Crida, C., op. cit., p. 140, Fox, A., op. cit., pp. 164-165.
[15] Galeana, P., “La lucha de las mujeres latinoamericanas, democracia y derechos humanos”, en Latinoamérica 38, México 2004/1, pp. 207-216, http://www. cialc.unam.mx/web_latino_final/archivo_pdf/Lat38-207.pdf.


Alexandra Golfinopoulou ha estudiado Historia y Arqueología en la Universidad Kapodistríaca de Atenas, Lengua y Civilización Españolas en la Universidad Abierta de Grecia y ha realizado estudios de posgrado en “Traducción, Comunicación y Mundo Editorial” en el Departamento de Lengua y Literatura Italianas de la Universidad Aristóteles de Salónica. 
Ha traducido al griego obras de Carlos Vitale, Angélica Liddell, Quim Monzó, Andrés Neuman y Enric Nolla. 

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