INVULNERABLE
El
mago del pueblo le había asegurado que sería invulnerable; que nada malo le iba a
pasar mientras le llevara todos los días, puntualmente a las siete y cuarto de
la mañana, ni un minuto menos ni un minuto más, tres huevos y media hogaza de
pan. Él, obediente y precavido, no quiso jamás tentar su suerte. Cada mañana,
religiosamente a las siete y cuarto, ni un minuto antes ni un minuto después,
llevaba al mago los tres huevos y la media hogaza. Y seguía viviendo feliz, sin
miedos, invulnerable... hasta que un día murió el mago.
16 SEGUNDOS
El
niño se detiene junto a su padre, los dos a una distancia prudente del borde de
la acera, a esperar que se detengan los coches. Cuando el semáforo se pone en
verde para los peatones, es decir para ellos dos, pues no hay otra persona
esperando, el padre le da la mano y los dos empiezan sin prisas a cruzar. 15
segundos más tarde llegan a la acera de enfrente contentos de haberle ganado la
apuesta a su creador.
INSOMNIO
64
asientos, 53 ocupados, 36 hombres, 17 mujeres, bueno, las dos niñas... No había
conseguido conciliar el sueño y se entretenía observando a los pasajeros del
vagón. Las seis menos cuarto y en el tren reinaba la paz del aúnquedamuchoparallegar.
Entonces entraron (no fue una sorpresa, “operación escoba” lo llamaban los
medios). Eran dos (el bueno y el malo, pensó) acompañando a tres hombres de tez
morena, esposados. La pequeña comitiva llegó a su altura y pasó sin detenerse.
Giró la cabeza con interés casi enfermizo. “Sabotea el sistema”, leyó en el
dorso de la camiseta del poli bueno.
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